miércoles, 25 de febrero de 2009

Decir Marara.

La Marara, Sábado de carnavales, al atardecer en el Hogar del Pensionista de la calle Calvario.
Wimbledon en Mérida, Roland Garrós (pronúnciese gua-rrós) tras el Albarregas, el Open de Australia por la calle Concordia, eso, hasta el infinito y mucho más, irrumpe con fuerza ante los ojos atónitos de cientos de mayores cuando ven aparecer a la familia Marara; porque esto ni es chirigota ni es murga ni es ná, esto es la esencia del carnaval "real" en transfusión de sangre emeritense. La Marara es una forma de ser de Mérida, inasequible al desaliento (por mucho que el jurado, que se la tiene jurada, se empeñe), graciosa hasta decir basta, ocurrente incluso con los sosones, decir Marara es exclamar ¡olé tus canciones! Y eso lo entiende todo el mundo (emeritense), empezando por trescientos ancianos en la calle Calvario.

La Marara da igual como quede porque siempre queda bien, fiel reflejo del carnaval real (otra cosa es el "oficial") y devota de la sonrisa estrepitosa que no hay "padel" ni "madel" que se les resista. El pariente (que rima con) lelo de Rafa Nadal sacó la bola ¡chuuuup...! y dio comienzo el cuplé de Evaristo No-da, rememorando las pistas de Lolino, los pisos patera de Daniel y las pelotas, o lo que sea, de Ascensión (echa vino al porrón).


La Marara en el Hogar del Pensionista de la calle Calvario de Mérida. A base de pelotazos creí que algún pensionista vestido de apache se nos iba, de purito ataque de risa ¡chuuup...! y evidenciando que las dudas de mi Jorge (¿estos nos entenderán?) se disolvían como los amoríos de Cayetana yo-no-sé-nada. Y así, entre saques y sacas saqué la conclusión de que lo mejor que le puede ocurrir al Carnaval (insisto: real) de Mérida es que siga estando la Marara, que es decir caranaval, con sus finales chirigoteros y sus letrillas pegadas al terreno, con sus señoras mararas y sus múltiples mararinos (bien, Alejandro), con su estilo barriocultero (de barriada culta) ¡chuuup...! y sus gaditanos requiebros. Decir Marara es decir ¡amén! y a ver de qué salen el carnaval que viene.



Rafael Angulo Sanchis.

...para un gigante.1949

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